martes, 15 de julio de 2014

¿Qué tienen de bueno los chicles?

"Ayuda a equilibrar el pH de tu boca tras las comidas". Seguro que más de una vez has oído esa frase en un anuncio de chicles pero, ¿por qué hay que equilibrar ese pH? ¿Es simplemente un truco publicitario? 

Al comer, el primer paso de la digestión lo realizamos en la boca, con el simple hecho de masticar. Este proceso ayuda a romper los alimentos que ingerimos y a liberar las proteínas, azúcares y demás compuestos necesarios para nuestro organismo, si bien es cierto que la mayor parte de la digestión se produce más adelante en el sistema digestivo, pero eso es tema para otra entrada.

A la hora de masticar, otro de los elementos que toman parte es la saliva, la cual se mezcla con el bolo alimenticio para lubricarlo y favorecer su paso por el esófago y demás conductos digestivos. Esta saliva tiene varias funciones beneficiosas para el organismo, pero la que nos interesa hoy es la digestiva. ¿Que por qué es digestiva? Porque contiene unas proteínas (enzimas) que ayudan a romper las proteínas y los azúcares de los alimentos en moléculas más pequeñas, de manera que las podamos absorber más fácilmente.

Uno de estos enzimas es la ptialina, la cual se encarga de romper el almidón de los alimentos en azúcares más pequeños (el almidón está formado por miles de moléculas de glucosa, que es el azúcar que nosotros somos capaces de utilizar). Esta ptialina funciona mejor a pH ácidos (más próximos a 1), es decir, rompe más almidón y genera más glucosa. En principio, esto nos interesa porque facilita la digestión, pero lo que nos venden en los anuncios es que debemos reequilibrar el pH para subirlo de nuevo hacia valores cercanos a la neutralidad (el pH 7 es el pH neutro por excelencia). ¿A qué se debe esto?

Por un lado, además de alimentos, en la boca siempre tenemos otros pequeños comensales que viven con nosotros: las bacterias de la placa bacteriana de los dientes. Estas bacterias, al igual que nosotros, se alimentan más fácilmente de glucosa que de almidón, por lo que si nosotros mismos les facilitamos el trabajo poniéndoles la glucosa en bandeja, no tardarán en consumirla y en generar ácidos como desechos, los cuales dañan el esmalte dental y disminuyen el pH de la boca, provocando que la ptialina se encuentre más activa y genere más glucosa, activando un círculo vicioso. Por ello, si después de las comidas conseguimos que el pH de la boca vuelva a valores neutros, la ptialina estará menos activa y generará menos glucosa, de manera que las bacterias tendrán menos alimento para crecer y multiplicarse.

Por otro lado, el pH ácido causa daños en el esmalte dental y dificulta la remineralización del mismo, volviéndolo más débil.

Por todo esto, ya ves que resulta conveniente restaurar el pH neutro después de cada comida. Por lo que he podido leer, los chicles consiguen este efecto estimulando la secreción de saliva (supongo que el propio hecho de masticar activa la secreción de esta sustancia), la cual contiene, además de la ya mencionada ptialina, bicarbonato. El bicarbonato es capaz de neutralizar los ácidos que se generan (por eso se consume contra la acidez de estómago), aumentando el pH de la boca y evitando los potenciales daños que he mencionado.

Sin embargo, la mejor opción para mantener una boca sana es el cepillado de los dientes. Con este proceso eliminamos los restos de comida que pueden servir de alimento a las bacterias de la placa, al mismo tiempo que ayudamos a recuperar el pH inicial con los compuestos que contienen los dentífricos.




Así que, en resumen, los chicles sí que parecen ayudar a mantener una boca sana, pero yo seguiré fiel a mi cepillo de dientes. ¡Y que conste que ningún dentista me ha sobornado para escribir sobre esto!

1 comentario: