Aunque parece que el desastre de Fukushima está ya superado porque nadie dice nada en los medios de comunicación, el problema de la radiactividad perdurará durante cientos y cientos de años. Uno de los elementos radiactivos generados allí es el yodo 131. Por eso, mucha gente comenzó a tomar pastillas de yodo o, en su ausencia, a beber disoluciones de Betadine (que como todos sabeis, contiene yodo) pero, ¿cómo ayuda esto a nuestro cuerpo?
El yodo 131 es un isótopo radiactivo del yodo normal. El número 131 hace referencia a su masa, e indica que tiene 4 unidades de masa atómica de más (la masa del yodo normal es de 127). Estas 4 unidades de más, se corresponden con 4 neutrones (que junto a los protones, componen el núcleo de los átomos). Lo que hace que este isótopo sea radiactivo, es la tendencia natural de todos los isótopos a tener el número de neutrones propio de cada elemento, es decir, el yodo 131 necesita desprenderse de esos 4 neutrones que le sobran para convertirse en yodo normal (no radiactivo).En este proceso de liberar neutrones se genera energía, y es esta energía la causante de la radiactividad (que tiene efectos directos en el ADN, causando mutaciones).
En el caso de Fukushima, estos átomos radiactivos de yodo se encuentran en el agua y en el ambiente, lo que puede provocar que cualquier persona los ingiera. Si estos átomos entran en el organismo, tienden a quedar retenidos en la tiroides (una glándula que está situada en el cuello). Esta glándula genera las famosas hormonas tiroideas (¿qué sorpresa, eh?), las cuales cuentan en su estructura molecular con átomos de yodo. El problema viene ahora: si las reservas de yodo que hay en la glándula para crear estas hormonas son radiactivas, las hormonas que se generen serán a su vez radiactivas, y viajarán por el organismo afectando a otras células y tejidos. En cambio, si las reservas de yodo que hay en la glándula son normales (no radiactivas), las hormonas que se generen no resultaran peligrosas para el organismo. Por tanto, si tomamos pastillas que contengan yodo normal (no creo yo que lo de tomar Betadine diluido en agua sea muy sano), las reservas de nuestra tiroides estarán completas, y todo el yodo radiactivo que entre será expulsado, causando menos daño.
Por último, comentar que el tiempo que tarda el yodo 131 en transformarse en yodo normal es de unos 8 días. Sin embargo, otros elementos radiactivos que escaparon en esta catástrofe necesitan tiempos mucho mayores para desintegrarse, de ahí que la radiación perdure en el tiempo.
Bueno es saberlo, me tomaré un chupito de Betadine si algún día decido ir a Fukushima.
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