Tras un laaaaaargo período sin ninguna actividad por aquí, ahora que por fin he terminado los exámenes intentaré seguir con este proyecto, tenerlo un poco más al día. Hoy voy a hablar sobre la testosterona y su relación con el comportamiento masculino, especialmente la paternidad. Siempre se asocia la testosterona con características típicamente masculinas, con una mayor virilidad, un comportamiento más violento... pero, ¿tiene esto alguna base científica? Me centraré sobre todo en este artículo para explicar sus conclusiones y contaros, como siempre, algunas curiosidades.
Este estudio se realizó sobre una población de hombres en Filipinas, los cuales tenían una edad al comenzar el estudio de 21´5 años, y al terminarlo estaban en los 26. En la investigación entraron todo tipo de hombres: tanto solteros, como emparejados, padres, adultos sin hijos...
La primera conclusión a la que llegaron estos investigadores es que entre los hombres solteros al iniciar el estudio, aquellos con mayores niveles de testosterona eran los que tenían más probabilidades de encontrar pareja y formar una familia. Sin embargo, una vez que se emparejaban, sufrían un descenso en los niveles de esta hormona mucho más acusado que quienes continuaban solteros. Por tanto, se puede inferir que cuanta más testosterona tenga un hombre, mayor éxito tendrá a la hora de buscar pareja. Además, investigaciones anteriores demuestran también que la testosterona impulsa acciones relacionadas con esta búsqueda, como pueden ser la musculatura, la motivación para ganar durante una competición (al fin y al cabo, los hombres están "luchando" entre sí por conseguir a su hembra, somos animales aunque muchos renieguen de ello) y la persecución del dominio social (la erótica del poder también tiene una base científica, por lo que se ve). Incluso, se ha visto que los hombres con mayores concentraciones de esta biomolécula presentan rasgos físicos demandados por las mujeres como "atractivos" (no se dice nada del comportamiento homosexual, una pena), y cuentan con un mayor número de parejas sexuales a lo largo de su vida.
Por otra parte, aunque esta hormona ayude a la hora del emparejamiento, también potencia comportamientos que pueden ser conflictivos con la estabilidad sentimental y la paternidad, ya que se ha visto que los niveles altos de testosterona predisponen a problemas maritales y un mayor riesgo de divorcio, mientras que los hombres con una concentración baja pasan más tiempo con sus mujeres.
En relación a la paternidad, este estudio afirma que aquellos hombres que se implican más en el cuidado de sus hijos tienen menor cantidad de hormona que los que se desentienden de estos temas. De hecho, los autores afirman que el hecho de ser padre disminuye la testosterona y hace que se mantenga en niveles bajos. Sin embargo, también aseguran que el grado de implicación es independiente de los niveles iniciales en el sujeto, es decir, que un machote con gran cantidad de esta biomolécula en sangre no tiene por qué ser "poco paternal", sino que su concentración disminuirá en gran medida una vez que se convierta en padre. Vamos, que ser padre y ejercer como tal te hace ser "menos hombre", biológicamente hablando.
Por último, también hay que destacar que hay diferencias en cuanto a la salud entre hombres solteros y emparejados, y se ha visto que los hombres casados o que son padres tienen un riesgo menor de mortalidad y de padecer ciertas enfermedades. El estudio demuestra que este tipo de hombres tienden a estar expuestos a niveles más bajos de la hormona durante buena parte de sus primeros años reproductivos, lo que puede favorecer estas diferencias. Por ejemplo, se ha visto que las concentraciones altas de testosterona aumentan el riesgo de padecer cáncer de próstata o niveles elevados de colesterol, y también están relacionadas con conductas de riesgo para la salud del hombre como el abuso de alcohol y drogas o la promiscuidad.
En resumen, esta hormona y el comportamiento masculino en cuanto a la paternidad están influidos el uno por el otro: por un lado, a concentraciones elevadas, la testosterona facilita el hecho de encontrar pareja y formar una familia; mientras que por el otro, la paternidad disminuye esas concentraciones y hace que se mantengan en niveles basales.
Esta relación también se ha estudiado en otros mamíferos y aves, donde se ha visto que los resultados son los mismos, aunque están más acentuados en los seres humanos: otra prueba más de que la evolución del hombre es algo real.
Bueno, no me extraña demasiado nada de lo que has contado: parece evidente que un hombre con altas concentraciones de la hormona masculina será, aunque sea instintivamente, más atractivo para las mujeres, que no dejan de ser hembras en busca de un buen macho reproductor. ¿O acaso no hacen lo mismo los hombres que subconscientemente prefieren las caderas anchas, los pechos grandes o el pelo rubio, indicadores todos de una mayor fertilidad y de una mejor predisposición para reproducirse?
ResponderEliminarDe igual modo, me parece lógico que esa concentración se traduzca en cambios físicos y psíquicos. Ya decía Freud que el deporte no era sino la sublimación de la violencia -igual que la amistad respecto del deseo sexual- biológicamente inherente al hombre (heredada de su prehistórico pasado cazador, por lo que tampoco es de extrañar que la hormona descienda cuando adopta, por así decirlo, un rol femenino como es el de la paternidad).
Me parece que no me dejo nada de lo que quería comentar, pero de todos modos añadiré que leí en su día acerca de un estudio que relacionaba la homosexualidad con la mayor presencia de hormonas del género contrario en el individuo. ¿Se traduciría, ello, pues, como en este caso, en distintas conductas en función de la concentración, dando así lugar a la famosa 'pluma'? Y si ya consiguiéramos relacionar la pluma con la identidad sexual y los roles, como algunos pretenden... Ahí lo dejo.
Una entrada provechosa, señor. Como siempre, añado mis valoraciones para enriquecerla un poco con diatribas de alguien de Letras, que nunca viene mal otro punto de vista XD